Los humanos somos seres curiosos cuanto menos. Si no que se lo digan a todos aquellos que, deseosos de obtener una respuesta (agradable o letal, no hay medias tintas), despojan a las margaritas de sus pétalos para descubrir si son correspondidos en su amor. ¿Te lo crees si te decimos que esta tradición encuentra su origen en las matemáticas? Estas flores siguen el patrón de Fibonacci en sus pétalos, teniendo algunas un número par y otras un número impar. Pero en realidad nadie le da mucho bombo a esta connotación, ya que se han convertido en símbolo del amor romántico. Y punto. Ni Fibonacci ni Fibonucci.
Los tatuajes de flores son diseños preciosos para tatuar a color. Aunque las margaritas quedan muy finas a blackwork, un toque verde en el tallo o algún reflejo amarillo nunca está de más.
Si quieres arriesgar un poco más, quizás te convenga conocer la ciencia del color (saber exactísimo y probado por expertos, evidentemente). Las margaritas rojas representan la energía; las amarillas, la alegría y la inteligencia; las azules, la sensibilidad y las blancas la pureza y la inocencia. Toda una paleta de posibilidades. Y si no te decides, pues oye, una de cada.
Un estilo que queda genial si lo que quieres es una explosión visual es el watercolor, que simula la apariencia de una acuarela. Sí, el hobby de medio país desde que se decretó la cuarentena y todo el mundo se creyó artista multidisciplinar. ¿Por qué no reflejar esa pasión en la piel? Aunque ya no toques el pincel ni a punta de pistola… ni que sea por el recuerdo de lo que pudo haber sido tu recorrido artístico.
Los tatuajes de margaritas quedan especialmente bien en formato fineline y sin mucho adorno, en zonas como la muñeca o el tobillo. Es una flor sencilla que destaca especialmente en estilo minimalista (anda, qué sorpresa. Como todos los diseños del mundo) por su relación con la estética pura e inocente.
En formato pequeño no tienen rival: discretos, elegantes y atemporales, tres de los mayores requisitos de las mujeres cuando buscan un tattoo. Ellas saben que, a diferencia de la florecilla real que está destinada a marchitarse, la de tinta nunca pasará de moda.
Hombres y flores… combinación explosiva. Las nuevas masculinidades ya han aceptado que las flores no tienen porque reservarse a la esencia femenina, y cada vez hay más machos luciendo diseños botánicos de lo más hombriles. Una muy buena forma de abordarlo es eligiendo un estilo realista, bien verosímil y grande. Si es en el brazo, en formato manga incluso, el resultado es fuera de serie.
Los músculos y las flores no son conceptos excluyentes, o ¿te parece poco varonil un señor regalando a su pareja un buen ramo de rosas? No hay nada que lo sea más, a nuestro parecer.
Las margaritas y los girasoles son dos flores que se parecen. Más allá de que sus pétalos tengan colores diferentes y una sea más grande que la otra, ambas tienen un tallo alargado que oscila para seguir los rayos del sol. De hecho, el nombre “daisy” –margarita en inglés, para los que no hayan pisado Reino Unido en su vida… sorry sir– proviene de “days eye”. ¿No lo has pillado aún? “El ojo de los días”. Ala, hoy te vas a dormir sabiendo algo nuevo.
Una flor tan chiquitita parece inofensiva y poca cosa, pero su simbolismo en muchas culturas ha sido significativo a lo largo de la historia: símbolo de paz en los sesenta desde la boca de un fusil, la flor sagrada de Freya (la diosa del amor y la fertilidad) para los nórdicos, y símbolo de muerte para los celtas.
Para los romanos, encarnaban la transformación. Vertumno, dios de la vegetación, se enamoró perdidamente de una ninfa, Belides. Ella, hartita de lo pesado que era (podría haber pasado en un pub nocturno perfectamente, la verdad), se transformó en una margarita para que la dejara en paz. Oye, ojalá pudiera hacerse lo mismo con los pesados de las discotecas.
Si no te gusta la mitología, siempre puedes darle un significado menos divino y quedarte con una frase que te marque o un nombre de alguien especial (el de tu pareja no please, que después nos llorarás pidiendo un cover. No lo decimos nosotros, lo dice la estadística). El lettering es una apuesta segura siempre y cuando el sintagma elegido no sea “Alberto te quiero”. Por favor. Si es que lo decimos por tu bien.
fuente de imágenes: pinterest
Los tatuajes de margaritas quedan especialmente bien en formato fineline y sin mucho adorno, en zonas como la muñeca o el tobillo. Es una flor sencilla que destaca especialmente en estilo minimalista (anda, qué sorpresa. Como todos los diseños del mundo) por su relación con la estética pura e inocente.
En formato pequeño no tienen rival: discretos, elegantes y atemporales, tres de los mayores requisitos de las mujeres cuando buscan un tattoo. Ellas saben que, a diferencia de la florecilla real que está destinada a marchitarse, la de tinta nunca pasará de moda.
Hombres y flores… combinación explosiva. Las nuevas masculinidades ya han aceptado que las flores no tienen porque reservarse a la esencia femenina, y cada vez hay más machos luciendo diseños botánicos de lo más hombriles. Una muy buena forma de abordarlo es eligiendo un estilo realista, bien verosímil y grande. Si es en el brazo, en formato manga incluso, el resultado es fuera de serie.
Los músculos y las flores no son conceptos excluyentes, o ¿te parece poco varonil un señor regalando a su pareja un buen ramo de rosas? No hay nada que lo sea más, a nuestro parecer.
Las margaritas y los girasoles son dos flores que se parecen. Más allá de que sus pétalos tengan colores diferentes y una sea más grande que la otra, ambas tienen un tallo alargado que oscila para seguir los rayos del sol. De hecho, el nombre “daisy” –margarita en inglés, para los que no hayan pisado Reino Unido en su vida… sorry sir– proviene de “days eye”. ¿No lo has pillado aún? “El ojo de los días”. Ala, hoy te vas a dormir sabiendo algo nuevo.
Una flor tan chiquitita parece inofensiva y poca cosa, pero su simbolismo en muchas culturas ha sido significativo a lo largo de la historia: símbolo de paz en los sesenta desde la boca de un fusil, la flor sagrada de Freya (la diosa del amor y la fertilidad) para los nórdicos, y símbolo de muerte para los celtas.
Para los romanos, encarnaban la transformación. Vertumno, dios de la vegetación, se enamoró perdidamente de una ninfa, Belides. Ella, hartita de lo pesado que era (podría haber pasado en un pub nocturno perfectamente, la verdad), se transformó en una margarita para que la dejara en paz. Oye, ojalá pudiera hacerse lo mismo con los pesados de las discotecas.
Si no te gusta la mitología, siempre puedes darle un significado menos divino y quedarte con una frase que te marque o un nombre de alguien especial (el de tu pareja no please, que después nos llorarás pidiendo un cover. No lo decimos nosotros, lo dice la estadística). El lettering es una apuesta segura siempre y cuando el sintagma elegido no sea “Alberto te quiero”. Por favor. Si es que lo decimos por tu bien.
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